lunes, 29 de julio de 2013

Una familia, un mismo sentir


“Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1Co. 1:10)
Cuando Pablo nos escribe estas palabras, note que antes de empezar esta epístola lleva el título de “¿Está dividido Cristo?” miren que profunda está pregunta!!! Pasamos casi toda nuestra vida haciendo división entre nosotros mismos, ya sea por la raza o condición social, en lo natural, o también por las diferentes creencias y parámetros que nos ponen las diversas religiones. Pero la real verdad es que Pablo tiene razón  cuando nos dice que Cristo solo hay uno, Él no está dividido en diversos personajes, ni en los ministros, ni en los pastores, porque ellos solo reflejan la gloria de Dios, más Cristo solo hubo y habrá uno, el único e incomparable.
Lamentablemente en el cristianismo estamos muy acostumbrados a hacer divisiones entre nosotros mismos, y eso pasa en los diversos ministerios que se dan en la iglesia, entre las mismas personas haciendo distinción entre otras por su cargo o ministerio, su rango de “jerarquía” y pongo comillas porque en Cristo todos somos iguales, sin acepción, Jesucristo no  vino a morir solo por unos cuantos, Él murió por todos en aquella cruz, vino por aquellos que trataban de ser justos y por los pecadores, la misma sangre se derramó para todos, “No hagáis distinción de persona” (Dt. 1:17)
Sabemos que cuando Jesucristo les dio la promesa a sus discípulos de que se derramaría su Espíritu Santo sobre ellos nos dice que ellos “estaban todos unánimes juntos y entonces fueron llenos del Espíritu Santo” (Hch. 2:1, 4) pero ¿qué es unánimes? Pues la misma palabra nos lo dice, un mismo ánimo, un mismo sentir; ellos estaba todos juntos buscando una sola cosa… El derramamiento del Espíritu Santo, esa era su fuerza, aquellos que los motivaba en toda oración y ruego, la promesa dada por el mismo Jesucristo!!!
¿Y cuál es nuestro motivo ahora? Muchos tienen cegado el entendimiento viendo el evangelio solo en ámbitos naturales, pensando en crecer materialmente más que en lo espiritual y emocional, Dios nos prometió los tesoros de los cielos pero primero nos dijo que busquemos su Reino (Mat. 6:33), ¿cuál Reino?, el Reino de los Cielos y eso no se puede ver con ojos naturales, sino en ámbitos sobre naturales, ojos espirituales, y eso comienza desde tu interior, solo así se exteriorizará.
Lo cierto es que ahora la mayoría de los ministros y personas en la iglesia se preocupa más por el cargo, por los títulos, por lo material, por criticar de otros que por lo que realmente importa… buscar a Jesucristo!!! es común ver y escuchar críticas sobre otras personas, se ven las divisiones que se hace entre ellos, los grupos que se crean, cada uno creyendo sus propias razones, cada uno andando bajo su propio criterio, cada uno dañando al otro.
Y ahora pregunto… ¿realmente creen que eso agrada a Dios?, ¿eso es lo que quería para nosotros? ¿Doctrinas de hombres, murmuración o grupos divididos? La respuesta es más que obvia.. NO! Jesucristo no vino a morir por nosotros a cambio de esto, Él nos pide “estar firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27) ¿se imaginan una generación de cristianos combatiendo todos por la fe en un mismo sentir? Sin duda no perderíamos ninguna batalla porque al estar todos en un mismo sentir escucharíamos mejor la voz de Cristo!!
“Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa, no hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”  (Fil. 2:2-3) este versículo resume mejor la idea de lo hablado anteriormente, todos debemos unirnos en un mismo sentir, buscando una misma cosa, buscando solo a Dios, no haciendo comparaciones vanas, no enorgulleciéndonos ni menospreciando a otros, sino todos unidos como una familia, un mismo cuerpo, en búsqueda de Jesucristo, queriendo obtener los frutos del Espíritu Santo, buscando reflejar la Gloria de Dios en nuestras vidas, viviendo en integridad y santificándonos cada día.
Nuestra esperanza es Él, nuestro reinado está en Él y todo reino se hace más fuerte cuando todos están unidos, debemos dejar nuestros paradigmas, debemos dejar de hacer división entre nosotros mismos, porque ¿qué diferencia hay entre el mundo y los hijos de Dios entonces? Hagamos la diferencia, que se sienta el cambio, hagamos lo que el mismo Jesucristo quiso que hiciéramos, Él no quiere una casa dividida sino unida porque “todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y una casa dividida contra sí misma, cae” (Lc. 11:17) comencemos haciendo la diferencia en nosotros mismos y esto hará la diferencia en el resto, no dejemos que nuestra casa caiga, no nos dejemos vencer!!

Ely C.U